Nadie nos vio partir, de Tamara Trottner

 


Uno de los libros que tenía pendiente era Nadie nos vio partir, de la escritora mexicana Tamara Trottner. Este título fue la elección del mes en el club de lectura de Escape de Letras, y sin duda, lo disfruté mucho.

Publicado en abril de 2020 por el sello Alfaguara (Penguin Random House), esta obra de 210 páginas ha tenido un notable recibimiento, sumando ya siete reimpresiones. Trottner utiliza la autoficción para contarnos una historia profundamente personal: la de su infancia marcada por un conflicto devastador entre sus padres, donde el secuestro físico y emocional orquestado por su padre marca el rumbo de su vida y la de su hermano mayor.

A través de sus páginas, descubrimos las raíces familiares de la autora, desde la migración de sus abuelos de Europa a México, hasta la relación fallida de sus padres: un amor que comenzó lleno de promesas, pero que pronto se quebró bajo el peso de secretos, dolor y traiciones. El despertar de su madre a un nuevo amor es el detonante de una serie de decisiones que desmoronan el núcleo familiar, sumiendo a los niños en un torbellino de confusión y sufrimiento.

La narrativa avanza con una mezcla de angustia y empatía. Como lectoras, sentimos frustración al observar a un padre cegado por el dolor, utilizando a sus hijos como piezas de una batalla personal. Es imposible no reflexionar sobre la responsabilidad que implica la paternidad y los errores, conscientes o no, que pueden marcar de por vida a quienes amamos.

Un recurso recurrente en el libro es un párrafo que se repite en momentos clave, poniéndonos en los zapatos de la niña que fue Trottner. Cada vez que aparece, lo leemos desde una nueva perspectiva, enriquecida por los datos que hemos descubierto, logrando que el impacto emocional sea aún mayor.

Nadie nos vio partir explora los secretos familiares, los silencios que habitan en casi todos los hogares, las miradas entre adultos que los niños no comprenden, y los efectos de esas dinámicas en los más pequeños. Es un libro profundamente doloroso, pero también necesario: una reflexión sobre los múltiples significados del amor, el perdón y la resiliencia.

Con capítulos breves y una prosa ágil, esta novela resulta adictiva. Para la autora, escribirla fue un acto de catarsis; para nosotros, quienes leemos, una invitación a pensar en cómo enfrentar nuestras propias heridas. Con este título, comprendí más el concepto de violencia vicaria, una forma de maltrato de género que, en su momento, no estaba legislada y que describe el uso de los hijos como herramientas para dañar a una expareja.

Nadie nos vio partir es, en definitiva, una lectura conmovedora y desgarradora, que nos lleva a valorar el poder del perdón y la fortaleza de seguir adelante.

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