Claraboya, la novela inédita de José Saramago
Hoy quiero hablarles de “Claraboya”, la novela inédita de José Saramago, Premio Nobel de Literatura en 1998. Esta es una obra especial, escrita en la juventud de este renombrado autor portugués, que permaneció en el silencio por muchos años.
Con traducción de Pilar del Río,
presidenta de la Fundación José Saramago, “Claraboya” llegó a mis manos el mes
pasado, como parte de los obsequios que Madre Editorial nos envió para nuestro
retiro literario. Me llamó particularmente la atención porque —aunque suene increíble—
nunca antes había leído a Saramago.
Aunque se dice que esta novela no
refleja la voz madura de Saramago, quien más tarde nos regalaría obras
memorables, “Claraboya” es una historia intrigante que demanda la completa
atención del lector. En apenas 414 páginas, desfilan ante nosotros 18
personajes distintos. La novela, dedicada a la memoria de su abuelo Jerónimo Hilario,
fue entregada a una editorial en 1953, cuando Saramago tenía 31 años. Sin
embargo, no obtuvo respuesta y el manuscrito quedó archivado hasta 1989,
cuando, en plena creación de “El evangelio según Jesucristo”, el autor recibió
una llamada en la que le informaban que su manuscrito había sido encontrado
durante una mudanza.
“Claraboya” nos sumerge en los
universos íntimos de estos personajes y se sitúa en Lisboa, justo después de la
Segunda Guerra Mundial. La historia se desarrolla en un edificio de
apartamentos, donde cada puerta oculta secretos y rutinas de sus habitantes. En
este microcosmos, Saramago nos presenta a seres complejos que lidian con
duelos, amores, celos y dolores. Destaca el personaje de Silvestre, un zapatero
que, desde su ventana, observa a los demás inquilinos. Vive con su esposa,
Mariana, y en algún momento recibe como inquilino a un joven llamado Abel. A
través de seis familias, Saramago teje una telaraña de relaciones y emociones
que, como en una claraboya, nos permiten entrever sus vidas cotidianas.
Publicada finalmente en 2012,
casi 60 años después de haber sido escrita, “Claraboya” no es una lectura
sencilla. Cada capítulo se presenta casi como una historia independiente, lo
que puede dificultar la conexión inicial con el conjunto. Sin embargo, al
adentrarse en sus páginas, se tiene la sensación de estar frente a un tesoro
escondido, un enigma que pide ser descifrado. Este libro me dejó con ganas de
explorar las grandes obras de Saramago, un autor que, sin duda, dejó una marca
indeleble en la literatura de nuestros tiempos.
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