Lydia Cassat leyendo el periódico matinal, de Harriet Scott Chessman

 



Lo imperfecto es nuestro paraíso

Wallace Stevens

Mi amor por las novelas es relativamente reciente, hasta el 2019, mi prioridad para leer eran títulos de no ficción, creyendo que ahí encontraría las respuestas a las preguntas que se supone uno debe de tener y aunque sin duda me motivaron, no estaba en estos títulos lo que ahora sé, yo necesitaba.

Menciono esto porque esta semana encontré un verdadero tesoro en mi librero, uno que había permanecido fácilmente 10 años a lado de libros de ventas e historias de empresas exitosas, esperando pacientemente a que abriera sus páginas. Mi encuentro con este título fue luminoso: “Lydia Cassat leyendo el periódico matinal”, de la escritora norteamericana Harriet Scott Chessman y publicado hace ya 21 años, un libro que recibí como un regalo de una gran amiga.

El título, cuyas páginas emanaban un intenso olor dulce, típico de los textos con cierta edad me acompañó durante cuatro días, en donde me sumergí en el París de finales del S. XIX, con artistas deambulando por sus calles; basado en datos biográficos reales, la historia novelada se conforma de cinco capítulos, cada uno dedicado a un retrato distinto creado por la pintora impresionista norteamericana Mary Cassat (1844-1926) a su hermana Lydia Cassat (1837-1882):  Mujer leyendo (París, septiembre de 1878); El té (París, abril de 1880); El jardín (Marly-le-Roi, septiembre de 1880); En el carruaje (París, mayo de 1881) y Lydia sentada ante un bastidor (París, junio de 1881). 

Narrado por Lydia, a quien la aqueja una enfermedad renal sin cura, el relato logra crear bellas atmósferas alrededor del proceso de cada cuadro, uno que en cierta forma la mantiene con vida; entendemos, de una manera sutil y profundamente bella, la labor terapéutica que el pincel y el bastidor representa para ambas, la creación ante la fragilidad de la vida. Un libro sencillo y profundo, narrado con dulzura.

Mary Cassat fue una creadora extraordinaria, pieza clave del movimiento impresionista, amiga cercana de Edgar Degas; hoy pienso en ella y en su hermana y me maravilla descubrir nuevamente el poder del arte, su relevancia y papel en la historia y la humanidad, así como la relación indeleble entre arte y la literatura.

Hurguemos en nuestros libreros, en nuestro entorno cotidiano, se sorprenderán al descubrir que la belleza está ahí, a lado de la ventana durante el atardecer.

 

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